
Amo el vino.
Desde pequeña, en casa me echaban unas gotitas en el vaso de agua, para «hacer paladar».
Aprendí a diferenciar los vinos buenos de los menos buenos sin saber la razón.
Cuando en 2014 vine a Lanzarote para quedarme, tenía un objetivo claro: TRABAJAR EN UNA BODEGA.
NADA ME PARÓ. Ni que todo el mundo me dijera lo difícil que es entrar en un negocio tan cerrado, ni que hubiera pocas bodegas en la isla, la mayoría familiares y por tanto muy pequeñas.
Entré en la web de la DO, hice un listado con todas las bodegas de la isla (entonces había 14) y me dispuse a enviar currículums como una loca.
A los 15 días
¡BINGO!
Justo una de ellas necesitaba alguien que hablara un par de idiomas, para atender la tienda. En menos de un mes, tenía un contrato indefinido en Vega de Yuco, una gran bodega con alma de pequeña empresa y con mucho por hacer. Perfecto para esta mente inquieta deseosa de aprender.
Durante los casi 6 años siguientes aprendí de vinos, de campo, de variedades y de las costumbres isleñas.
Cada mañana salía desde Famara hasta Masdache al alba camino del trabajo, y en ese camino, día a día, veía crecer lo que aún hoy me enamora: el VERDE brillante de las parras sobre el NEGRO picón. De ahí el nombre de este blog.
Con el tiempo he ido aprendiendo de otras uvas, otras elaboraciones, otras experiencias.
¡Y quiero contártelo todo!
Poco a poco, iremos hablando de parras, de variedades, de cultivos… ¡y de vino!
Y vamos a hacerlo en palabras que entiendas, aunque no sepas NADA sobre el vino