
El otro día, cenando con una amiga, escuché a un camarero afirmar con rotundidad que es imposible que el vino que se produce en Lanzarote provenga en su totalidad de uva de aquí.
Que si la isla es muy pequeña, que si hay pocas parras, que si no llueve, que si se vende demasiado vino de aquí para la poca uva que hay, que si el abuelo fuma….
Las malas lenguas disfrutan hablando (mal) de cosas que no saben. Eso me apena, pero más aún cuando viene de gente que, aún viviendo de esta tierra, no se preocupa de conocerla ni de comunicarla adecuadamente.
Aquél día me vi en la obligación de intervenir para desmentir algo que, desgraciadamente, no es la primera vez que escucho.
Si a ti también te ha asaltado la duda alguna vez, sigue leyendo.
Te lo cuento todito.
¿Qué es el Consejo Regulador de la Denominación de Origen (C.R.D.O.)?
En pocas palabras, es un organismo que certifica el origen y la calidad del producto que elaboran las bodegas inscritas. Es decir, se asegura de que la uva que se usa para nuestros vinos sea de origen 100% Lanzarote y que la elaboración se realice según unos estándares de Calidad.
El C.R.D.O. Lanzarote se constituyó en el 93 y a él pertenecen no solo bodegas, sino también viticultores.
Tanto unos como otros pagan una cuota de inscripción y tienen que rendir cuentas de la cantidad de uva que recogen y de los litros de vino que embotellan (en el caso de las bodegas), indicando la añada (¡Ojo! La añada es el año en el que se vendimia, no el que se embotella).
Ya te he contado alguna vez que la cantidad de uva recogida puede variar mucho de unos años a otros. Esto se debe, principalmente, a la locura de clima que tenemos aquí.
Al fin y al cabo, estamos en un cachito de tierra casi desértico en mitad del atlántico, por lo que periódicamente sufrimos calima, sequía o lluvias torrenciales, además de un viento del demonio más a menudo de lo que nos gustaría.
Buen tiempo, buenas playas,… eso nadie lo duda. Un paraíso para las personas, un reto para la agricultura.
Estos factores climáticos hacen que podamos pasar de recoger casi cuatro millones de kilos en un año, a superar escasamente el medio millón el año siguiente.
Una de las tareas del Consejo consiste en registrar, durante la vendimia, la cantidad de kilos por variedad, y luego controlar qué se hace con esa uva.
¿Cómo salen los números?
Si has leído alguno de mis artículos anteriores sobre la vendimia, ya sabrás que la uva llega a bodega en cajas de en torno a 20 kg.
Los viticultores, como te digo, tienen que estar registrados previamente en el Consejo, indicando el número de hectáreas que poseen y la variedad de uva que se produce en cada una de ellas.
Cuando la uva llega a bodega, se pesa, se etiqueta con el nombre del viticultor correspondiente (al que el Consejo tiene un número asignado) y se procesa de la manera que el enólogo (o enóloga, que también las hay) considere necesario.
Cada viticultor recibe un ticket o nota indicando la variedad y la cantidad de kilos que ha entregado; toda esa información queda registrada en el sistema de trazabilidad de la bodega.
Diariamente, un técnico del Consejo pasa por las bodegas, comprueba que los procesos de recogida se están realizando correctamente y recibe un listado que incluye la cantidad de kilos que cada viticultor entrega.
Puedes consultar los totales recogidos por año aquí.
El embotellado de vinos terminados se suele hacer por depósitos completos. Cuando el vino está listo, se llama al Consejo, que se lleva una o dos botellas para su análisis y precinta el depósito para que su contenido no pueda ser modificado.
Los resultados de la analítica quedan registrados y la bodega en cuestión pide (compra) al Consejo el número de contraetiquetas que necesita, una por botella. Por ejemplo, si vamos a embotellar 750 litros en botellas de 0.75l, necesitaremos 1.000 contraetiquetas.
750L /0.75L = 1.000 botellas = 1.000 contraetiquetas
¿Qué es una contraetiqueta?
Pues ni más ni menos que el DNI de cada botella, una pegatina que lleva el sello del Consejo Regulador y un numerito correlativo. Y esto por cada bodega, año y tipo de vino.
Periódicamente, las bodegas presentan al ICCA (Instituto Canario de Calidad Agroalimentaria) una relación de los kilos recogidos, los litros que quedan en depósito y las botellas producidas.
Y todos estos números cuadran, oiga.
Vaya, que NO HAY TRAMPA NI CARTÓN.
Detrás de cada botella de vino embotellada en Lanzarote hay un largo proceso que requiere mucho esfuerzo y dedicación por parte de todas las personas implicadas.
Es una pena que todo ese tiempo, conocimientos e ilusión que se pone para conseguir un vino de calidad se vea despreciado por quien, a la ligera, opina antes de informarse.
Gracias por no ser una de esas personas.
Si te han quedado dudas o tienes algo que aportar, ¡escríbeme! Me encanta saber de ti.