
El paladar y el olfato, si los trabajas un poco, se van afinando con los años. Catar de manera consciente (es decir, concentrándote en identificar esos sabores, esos aromas que contiene tu copa) va a acelerar el proceso y te va a ayudar a disfrutar más de cada sorbo.
Para ello no tienes que ser una experta – ¡mírame a mí, que oso meterme en estos berenjenales, y hasta publicarlos! – ni necesitas estar en un salón inglés, escuchando música clásica con el meñique en alto.
Puedes practicar en cualquier ratito que tengas. Por ejemplo, en la cocina, mientras preparas la cena (soy de las que opinan que toda receta que se precie debe comenzar por “abrir el vino”).
Ahora mismo, sin ir más lejos, estoy catando en mi escritorio, mientras te escribo estas palabras.
No es una cata ortodoxa ni pretendo que lo sea.
Los y las expertas tienen un método, la CATA SISTEMÁTICA, para determinar si un vino es malo, regular, bueno o excelente, en base a una serie de parámetros que, si te apetece, podemos comentar otro día.
TÚ y yo no vamos a hacer nada de eso.
Para aprender a disfrutar del vino, lo primero que hay que hacer es beber vino. Un poco cada día, todos los días.
Cuanto más vino hayas catado fijándote en los detalles, mejor podrás identificar lo que te gusta y lo que no, porque habrás afinado tu paladar y tu olfato, serás capaz de reconocer más olores y sabores y aprenderás a apreciar la buena (o mala) calidad de un vino, su complejidad o su simplicidad.
Me he propuesto que disfrutes de cada sorbo que bebo y que pruebes a hacer lo mismo, porque el vino son momentos y experiencias íntimas, y la tuya no tiene por qué ser igual a la mía.
Pasos de la Cata Consciente (y disfrutona)
Lo que trato de hacer no es nada innovador.
Como en cualquier cata, vamos a tener en cuenta el color del vino, su aroma y su sabor.
La diferencia es que vamos a cambiar algunas palabras.
Por ejemplo, no me gusta el término “examinar”. Esto no es un examen, sino un DISFRUTE.
El aspecto
¿Qué te parece si en vez de examinar, OBSERVAS?
Ponte cómoda y observa tu copa (no hace falta que te diga que tiene que haber algo dentro, ¿verdad?).
Y ahora: ¿Te gusta el color? ¿Te parece apetecible?
Si es así, ¡adelante! Estás lista para el siguiente paso:
El olor
Meter las narices en algo no está bien… a menos que ese algo sea una copa de vino.
Sin mover la copa, huele su contenido.
¿Te recuerda a algo?
No algo como “grosella espinosa” o “flores de los Alpes” o “nubes”.
El vino son experiencias. Cierra los ojos y piensa a dónde te traslada. Puede ser la casa de tu abuela, un prado o el día de tu boda, pero no nos pongamos excesivamente místicos. También puede ser simplemente manzanas, pimientos o madera.
¿Lo tienes?
Pues ahora mueve la copa.
Ya sabes, ese movimiento circular que queda tan sexy.
Esto no se hace para ligar (que también), sino para ayudar a que las moléculas más pesadas asciendan y liberen sus aromas.
Cierra los ojos y aspira. Notarás que el aroma ha cambiado, ahora es más complejo.
Descomponlo, busca en tus recuerdos e identifica a qué te huele.
Apunta lo que percibes si te apetece, pero sobre todo, DISFRÚTALO.
El sabor
Vale, ya no puedes más, así que vamos al lío. ¡A beber se ha dicho!
Si tienes poca paciencia, dale un traguito sin esperar mucho más. Así prepararás la boca para lo que viene.
Ahora bebe, retenlo unos segundos y traga después.
¿A qué sabe? ¿Predomina la acidez, el dulzor o la salinidad? Vamos, concéntrate. Este cuadro tal vez te ayude a localizar los diferentes sabores e identificar el predominante.

Además de los sabores puede que detectes otras sensaciones más táctiles. Dedícales unos segundos. Te sorprenderás:
- Tanino: es esa sensación que te deja la lengua rasposilla, un poco secante.
- Cuerpo: es el volumen que tiene el vino en tu boca, su densidad.
- Final: será corto si el sabor desaparece pronto y largo si se queda un ratito contigo
Cuanto más bebas, mejor podrás identificar qué tipo de vino te gusta más: ligeros y afrutados, secos, potentes,…
No dejes que nadie te diga cuál es mejor. Experimenta, prueba, disfruta, y dentro de un tiempo tendrás tu propio criterio.
Si te gusta lo que lees, compártelo. Tal vez entre todas consigamos ampliar el círculo de amantes del vino.