La primera vez que vine a Lanzarote me quedé en shock:
¡¡Piedras, piedras y más piedras!!
De todos los colores: negras, rojas moradas, cubiertas de líquenes verdes en muchas zonas…
Mezcladas con una tierra amarilla o roja, dependiendo de la zona..
Un DESIERTO DE COLORES, vaya.
Más atónita me quedé cuando visité La Geria: ¡Plantas creciendo directamente en la piedra!
Me maravilló que la vida se abriera paso de esa manera tan fascinante.
– ES UN MILAGRO – pensé.
Y no lo digo por decir.
Me emociono (con carnecita de gallina) cada vez que lo explico a turistas o amigos, y eso que lo he estado haciendo durante años.
Pues resulta que no es un milagro, sino el resultado de una combinación increíble entre naturaleza y trabajo manual.
Te cuento:
Los primeros españoles comenzaron a establecerse en Lanzarote a principios de S.XV.
Como todas sabemos, a los españoles nos encanta el vino, así que desde su llegada, los visitantes trajeron sus parritas para intentar producir su propio vino.
Esto fue posible en otras islas, pero Lanzarote no reunía las condiciones adecuadas para el cultivo de la vid, así que se dedicaron a otro tipo de plantas y, hasta las erupciones de Timanfaya (duraron 6 años, de 1730 a 1736, que se dice pronto) la zona de La Geria estaba ocupada por campos de cereales.
Imagina las caras de los lugareños cuando, de repente, la tierra se abrió y comenzó a escupir fuego y lava.
¡DESASTRE TOTAL!
Un tercio de la isla quedó cubierto de lava volcánica en la que (aún hoy en día) no se puede hacer ¡prácticamente nada!
Lanzarote, que ya era pobre, se volvió paupérrima… buena parte de la población emigró y, los que quedaron, las pasaban canutas para tener algo que llevarse a la boca.

Dicen que Dios aprieta pero no ahoga y, en el caso de Lanzarote, así sucedió.
Resulta que, junto con la lava, los volcanes vomitaron toneladas de LAPILLI, que no es otra cosa que ceniza volcánica.
En Canarias, que saben mucho de volcanes, la llaman picón, y en Lanzarote se le conoce como ROFE. Quédate con esa palabra, porque es la clave del cultivo de la isla.
El rofe cubrió la tierra fértil (MUY FÉRTIL, he de decir) alcanzando un grosor de hasta 3m en la zona más próxima a los volcanes.
Este «desastre» resultó tan útil a la larga, que se empezó a aplicar para todo tipo de cultivos, entre ellos EL VINO, porque tiene un montón de ventajas.
Por ejemplo:
- Recoge la humedad del aire y la retiene, es decir, funciona como una tapadera para que no se evapore
- Aporta numerosos minerales al agua en su paso
- Evita la erosión
- Como es negro, absorbe la luz y da calorcito a las parras, lo que les encanta
- Protege de enfermedades
Si pudiéramos cortar un pedazo de tierra y ver lo que hay dentro, lo que veríamos sería más o menos esto:

Parece magia, ¿eh?
Pues no.
Más bien es el resultado del trabajazo que se pegaron los campesinos de la época (y que a día de hoy se siguen pegando los viticultores de Lanzarote) excavando hoyos en el picón, haciendo muritos de piedra volcánica y mimando cada parra para que produzca una uva de excelente calidad.
Los vinos que consiguieron esos agricultores pioneros no eran, ni de lejos, lo que son los vinazos locales que disfrutamos hoy en día.
Toda elaboración tiene un proceso de mejora, y el de estos vinos ha ido cambiando con los años.
Pero eso, amigas, es otra historia
Gracias por explicarlo tan clarito, un gusto poder leer estas cositas!
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Gracias a ti por dedicar un ratito a leerme! 🙂
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